viernes, 16 de septiembre de 2011

Embolia, trombosis, infarto e ictus

Todos hemos oído muchas veces estos términos médicos, pero ¿sabemos qué es exactamente cada uno de ellos?

A ver, empecemos poco a poco:

Embolia

Una embolia es la obstrucción de una vena, arteria o capilar por una masa que no se disuelve en la sangre (que los médicos llaman émbolo) y que ha sido arrastrada por el torrente sanguíneo.

Así, hablamos de embolia gaseosa cuando la provoca una burbuja de aire (oxígeno o nitrógeno), de embolia grasa cuando la provoca tejido adiposo, de embolia séptica cuando la provoca un émbolo de pus o gérmenes, de embolia tumoral cuando la provoca tejido de una neoplasia infiltrado en la sangre, etc.

Trombosis

Cuando la embolia es provocada por un trombo (coágulo de sangre) es cuando hablamos de trombosis o tromboembolia.

Infarto

El infarto es la necrosis isquémica localizada de un órgano. La "necrosis" es la muerte del tejido, e "isquémica", viene de isquemia, que es el déficit o la falta de irrigación sanguínea. Por tanto, un infarto es la muerte de parte del tejido de un órgano porque no le llega sangre o no le llega suficiente, y por tanto no recibe suficiente oxígeno para funcionar correctamente. Esta falta de irrigación suele ser causada por una obstrucción (embolia) de las arterias que hacen llegar la sangre a ese órgano. La obstrucción puede ser interna, porque hay placas de ateroma (características de la aterosclerosis) o coágulos de sangre (trombos) que impiden o dificultan la circulación, o bien externa, porque hay un tumor que comprime el vaso sanguíneo o una hernia, por ejemplo.

Los infartos pueden afectar a varios órganos: cuando la falta de irrigación se produce en el músculo del corazón, hablamos de "infarto de miocardio", si se produce en el cerebro, hablamos de "infarto cerebral", aunque también se llama "accidente cerebrovascular", "ictus" o "apoplejía". Estos dos tipos de infarto son los que hemos oído más a menudo y, junto con los infartos renales (del riñón) e intestinales, son los más frecuentes. Pero también pueden producirse en otros órganos como el hígado, pulmones, etc.

Ictus

Un ictus es un ataque repentino, y se utiliza este término habitualmente para referirse a los accidentes cerebrovasculares, que son la interrupción de manera repentina de la irrigación sanguínea del cerebro porque se obstruye una arteria (ictus isquémico) o bien porque se ha producido una hemorragia (ictus hemorrágico, apoplejía).

Los ictus isquémicos pueden ser de origen vascular, intravascular o extravascular:
  • Los ictus de origen vascular se producen por una estenosis (estrechamiento) del vaso sanguíneo que impide que circule la sangre correctamente.
  • Los ictus de origen intravascular se producen cuando hay algo que bloquea el vaso sanguíneo. Y esta obstrucción puede ser o bien aterotrombótica, provocada por un coágulo en una arteria cerebral y favorecida por la presencia de placas de aterosclerosis en las arterias cerebrales, o bien embólica (es decir, provocado por una embolia) en la que un émbolo (coágulo, tumor, fármaco o burbuja de aire) proveniente de otra vena viaja hasta la arteria y se atasca.
  • Los ictus de origen extravascular se producen cuando hay un elemento de fuera del vaso sanguíneo (tumor, absceso, quiste, etc.) que provoca el estrechamiento (estenosis) e impide la circulación.
Cuando se produce esta obstrucción, que impide la circulación de la sangre, es cuando aparece la isquemia (falta de irrigación sanguínea), que puede producir un infarto.

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